Recuerdo que cuando era niño me inquietaba el pensamiento, la duda, de si los demás verían las cosas de ahí fuera igual que yo. Lo hablaba con mi amiga Susana, con la que compartí toda la infancia.
- ¿Y tú cómo ves el verde?
- Pues verde
- ¿Pero cómo sé yo que lo que tú llamas verde no es lo que veo yo de color azul, y usamos la misma palabra para colores distintos?
Por más vueltas que le dábamos no se nos ocurría una forma de comprobar que mi rojo fuese también su rojo, así que con el tiempo aprendí a vivir con esa incertidumbre. Olvidé la pregunta de mi niñez y terminé asumiendo que existía una Realidad que todo el mundo percibía igual, pero que cada uno interpretaba a su manera. Tuvieron que pasar 20 años, para que en una comida con los compañeros del Instituto de Astrofísica de Andalucía se me viniese todo el tinglado abajo. Uno de ellos nos explicó que era sinestésico.
La sinestesia es, dicho mal y pronto, una mezcla de sentidos en la cabeza. Hay gente que ve los números de colores, o las letras, sonidos, notas musicales... Otros ven figuras geométricas o formas asociadas a las palabras o saborean los días de la semana. Parece ser que las percepciones con colores y las asociaciones a letras o números son de lo más frecuente, pero hay decenas de tipos diferentes de sinestesias y multitud de grados. La cosa más curiosa que he oído sobre esto fue en mi escuela de taichi, en Granada, donde conocí a una chica que mezclaba percepciones olfativas con el mobiliario urbano. Esta chica contaba que los bancos o las farolas le huelen (le huelen... ¿pero a qué? Pues a banco, y a farola, ¡claro!). A veces el olor es tan insoportable que tiene que volver corriendo a casa.
En las personas sinestésicas estas percepciones no se pisan, se superponen. A otro amigo, también sinestésico, le preguntaba sobre un cartel en la calle:
- ¿De qué color son estos números?
- Azul, rojo, marrón, amarillo, rojo, verde...
- No. Que de qué color están impresos.
- ¡Ah! ¡Pues negro sobre blanco, claro!
Y esta superposición es tan natural, que pueden pasar décadas antes de que uno se dé cuenta de que es sinestésico. Es más, en realidad se piensa que la capacidad de sinestesia está presente en todos, en mayor o menor grado. Por ejemplo, yo tengo una asociación entre las palabras de esta lista:
A: sonido agudo, objeto puntiagudo, áspero, duro, amarillo chillón, ácido, números como '7,4...'
B: sonido grave, espacio ancho, objeto grande, redondeado, dulce, suave, vocales 'o,a,e'
¿Las compartes? Seguramente la sinestesia es el origen de las metáforas.
Una de mis sinestesias favoritas (lo sería sin duda, si pudiese experimentarla) es la que asocia colores y formas a distintas notas musicales, acordes, o timbres de instrumentos. ¿Te imaginas escuchar una sinfonía mientras miles de colores y figuras danzan ante tus ojos? Qué maravilloso espectáculo, y sin los riesgos del LSD...
¡Guauuuuuuuuu!....¡yo también quiero experimentar la sinestesia! :-D Bisous!
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